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Ansiedad Buena y Ansiedad Mala

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Maribel Leyva
28 de Agosto del 2022

Cuando era estudiante universitaria tenía un novio que frecuentemente me hablaba de su mamá –“a mi mamá le gusta tal cosa”, “a mi mamá no le gusta tal otra”, “el día en que conozcas a mi mamá…” en fin, “mi mamá para acá, mi mamá para allá”; el caso es, que yo no conocía a su mamá porque ella vivía en otra ciudad.  Estos comentarios me generaban perturbación, al punto que, varias noches sufrí insomnio pensando -¿Y si no le agrado?, ¿Qué tal que me pongo muy nerviosa, me trabo y no se ni qué decir?... y así, con estos pensamientos intrusivos daba vueltas en la cama angustiada por imaginar ese encuentro macabro. Encuentro, que por cierto, NUNCA sucedió!. Nunca conocí a la temida suegra. Nuestra relación finalizó  (por motivos ajenos a esto) antes de que ese día llegara.

 

Esto que me sucedía era ansiedad y yo lo desconocía.

 

Una manera sencilla para describir la ansiedad es -miedo anticipado, pensar que algo terrible va a suceder-. Es reaccionar en estado de alerta ante la posibilidad de un inminente peligro.

Sentir miedo no es malo, al contrario, ésta emoción cumple una importante función de supervivencia. Su función es proteger. El miedo nos protege. Imagínate que vas caminando y estás por cruzar una transitada avenida y no sintieras el más mínimo miedo, tal vez, con toda despreocupación te lanzaras a cruzar la calle sin detenerte a voltear de lado a lado buscando el momento oportuno para hacerlo. Correrías el riesgo de ser atropellado. En cambio, con miedo, actuarás con precaución evitando una desgracia.

 

Hay de miedos a miedos. Podemos hablar de “ansiedad buena” y “ansiedad mala” o dicho de mejor manera, ansiedad sana y ansiedad insana. La ansiedad sana es como el ejemplo anterior del miedo que nos protege de ser atropellados, o cuando suena nuestro despertador por la mañana y respondemos levantándonos de prisa, atentos en no llegar tarde al trabajo o al llevar a los hijos a la escuela. Este es el miedo anticipado que nos motiva a la acción y nos ayuda a cumplir a tiempo con la entrega de un proyecto, a cerrar la puerta con llave al salir de casa, estudiar para un examen evitando reprobarlo o buscar el diálogo con mi pareja al percibir un distanciamiento entre nosotros. Nos queda claro que este tipo de ansiedad es sana y funcional; nos ayuda a evitar que algo salga mal.

 

Por otra parte, la ansiedad insana es el miedo que no responde a un peligro real. Es la que nos conduce hacia un escenario futuro catastrófico. Casi siempre empieza con las palabras “y si…” o “qué tal si…” ,“que tal si se estrella el avión en el que voy a viajar”, “y si mi hijo no regresa porque sufrió un accidente”… dándole a la posible situación una connotación de ¡Sería terrible!. Este es el miedo que nos roba la paz del momento presente generándonos gran malestar y sin resolver nada porque No hay nada que afrontar; sólo es producto de nuestra imaginación.  

 

La ansiedad se manifiesta con síntomas físicos y psicológicos, algunos de ellos son:

 

Síntomas físicos de ansiedad:

  • taquicardias

  • respiración acelerada (hiperventilación)  

  • opresión en el pecho

  • dificultad para respirar

  • tension muscular

  • temblores

  • sudoración

  • dolor de cabeza

  • molestias digestivas

  • nauseas

  • vómitos

  • sensación de mareo

  • alteraciones en la alimentación

  • alteraciones en el sueño

  • inapetencia sexual

 

No necesariamente se experimentan todos estos síntomas en un solo episodio de ansiedad, cada persona es distinta, se pueden sentir dos o más de ellos.

 

Síntomas psicológicos de ansiedad:

 

  • angustia, agitación, nerviosismo

  • percepción de amenaza o peligro

  • temor a perder la cordura

  • pensar que puede morir

  • problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual

  • sensación de vacío

  • ganas de huir o atacar

  • despersonalización

 

 

Hasta cierto punto, es considerado normal experimentar ansiedad de manera ocasional, se piensa que todas las personas experimentaremos por lo menos una vez en nuestras vidas, un ataque de ansiedad. Algunas personas la padecen más, otras menos, según rasgos de su personalidad o experiencias de vida. Sin embargo, quienes lo viven cotidianamente con niveles intensos de malestar, con miedos excesivos y persistentes; quienes este miedo los paraliza o los lleva a reacciones exageradas o a conductas de evitación, seguramente padecen un trastorno de ansiedad; es decir, una patología que requiere apoyo profesional.

 

Hay diferentes tipos de trastornos de ansiedad: Trastorno de ansiedad generalizada, Trastorno de ansiedad social (fobia social), Trastorno por separación, Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Fobias específicas, Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT)…

En estos casos, se recomienda un abordaje psicoterapéutico de preferencia bajo un enfoque cognitivo conductual y, en los casos más agudos, acompañados por tratamiento farmacológico bajo prescripción y supervisión psiquiátrica.

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